Sobre mí
Soy Leticia Cartujo García y aquí te cuento el por qué de qué Esencias de Liébana exista en mi camino de vida.
Infancia y raíces
Nací en Madrid el 15 de Mayo de 1978, de unos padres que querían evolucionar hacia una vida de abundancia… material ya que habían vivido uno más que otra, la escasez. Mis padres se acomodaron en una zona residencial y yo crecí como una niña “burguesa”.
Una frase que escuchaba mucho en mi niñez era: “eres un rabo de lagartija… eres indomable… pero que ojazos”. No sé si nací “salvaje” o me hicieron así. Desde luego en mi esencia indómita encuentro mucha paz.
Muchos veranos los pasé en el pueblo de algún conocido y aunque una niña de ciudad no era nada remilgada, la “suciedad” del campo y de los animales no me generaban rechazo y sin embargo, esos tiempos estivales eran, para mi, la libertad absoluta.
No tuve una infancia/adolescencia fácil… según se mire, pero hoy en día todo aquello que viví siento que me humanizó y me naturalizó.
Formación y descubrimientos
Estudié farmacia, primero en el CEU y después en la Complutense (tenía mucha necesidad de que mi educación no se pagara con dinero). Nunca estudié esa carrera para tener una farmacia, siempre sentí que quería dedicarme a la investigación ya que soy curiosa convulsiva (que no cotilla). La facultad me dió grandes herramientas que hoy en día me acompañan cómo la botánica, la química, la bioquímica, la farmacognosia y sobre todo las fascinantes prácticas en el laboratorio.
No terminé la carrera, me quedé en cuarto ya que la maternidad apareció en mi vida y la abracé instintivamente.
Maternidad y nuevos caminos
Con la maternidad sentí una necesidad imperiosa de irme de la ciudad y Formentera fue nuestro siguiente destino. La isla nos acogió casi 10 años durante los cuales descubrí la pedagogía Waldorf y de ahí la agricultura Biodinámica y la medicina Antroposófica. De la mano de mi gran Maestra Clara Castelloti me sumergí en la Naturopatía, Macrobiótica, la medicina Ayurvédica, la MTC y la cosmética natural y artesanal (sin duda la más respetuosa de las cosméticas).
Mi vida dió un gran giro cuando nació mi tercera hija. Empecé una vida nueva y quise que fuera en un lugar nuevo, así que me trasladé a Villaverde, un pequeño pueblo de 19 habitantes (contando con nosotros), en el valle de Liébana (Cantabria).
Nacimiento de Esencias de Liébana
Con la crianza en su zenit, la profunda convicción de no querer distraerme de ella y la necesidad de generar ingresos, un invierno del 2012 nació Esencias de Liébana: un proyecto que bajó a tierra e hizo palpable todo el conocimiento adquirido en 13 años. Más adelante descubriría que este proyecto no nació de la necesidad material mas sí, de una necesidad vital.
La espagiria: un nuevo enfoque
Y ya, para terminar algó muy importante irrumpió en mi vida y por tanto en Esencias de Liébana, el descubrimiento y el estudio de la Espagiria (alquimia de las plantas) de la mano de mi gran Maestro Eloy Sanz discípulo directo de Abu Omar Yabir, alquimista y espagirista. Esta filosofía de sanación cambió casi radicalmente mi forma de mirar TODO.
Hoy sostengo y alimento mi vida y por tanto mi proyecto con los impulsos vitales de mi corazón y con una lealtad férrea hacia la Naturaleza, para mi Madre y la cara visible de Dios.
Curiosidades sobre mí
Cuando tenía 13 años me apliqué los productos de autocuidado de mi madre y me dió una reacción alérgica que me dejó la piel en carne viva. Desde ese momento miré la cosmética convencional con mucha reticencia y empecé a usar todo tipo de prácticas tradicionales y naturales para cuidar mi piel.
La sensación de cuidado que sentía tonificando y desinflamando mi piel con rodajas de pepino, aplicando mayonesa en el pelo para nutrirlo, poniéndome barro en las picaduras de insectos, cuando mi mamá me quitaba verruguitas con leche de higo… Esta sensación me acompaña hoy en día en mi autocuidado y el de mis seres queridos.Mi nombre significa Alegría en latín, mis abuelos siempre me lo recordaban. Es una emoción que estuvo muy presente en mi personalidad. En momentos me refugié en ella y la usé de máscara. Cuando tomé la firme decisión de ser una mujer auténtica por encima de ser buena, rompí mi vínculo con ella y ahora el arcoiris emocional acompaña mi camino.
Una planta que me evoca gran admiración es la ORTIGA, una planta increíblemente medicinal y útil que esconde sus generosas propiedades detrás de una sencilla apariencia y un arma blanda.
Siento gran atracción hacia el sonido “L” y de hecho los nombres de mis tres hij@s empiezan por L.